martes, 29 de enero de 2013

Sin Perdón


En los años 70 David Webb Peoples (también guionista de Blade Runner) escribió el guión de Sin Perdón, Francis Ford Coppola tuvo una opción de compra sobre los derechos del guión que tras no ejercer expiró, momento en el cual Clint Eastwood se hizo con ellos. Sin embargo, no rodó la película hasta casi diez años después, ya que quería tener la edad del protagonista de la historia. En 1992 Sin Perdón se hizo con los Oscar a mejor película, director, actor secundario y montaje.

Estamos ante la película que para algunas personas termina con el western, algo que se puede entender en una doble vertiente. Por un lado, se puede pensar que la película está tan bien hecha que ya no se podría hacer nada mejor; y por otro lado, se puede pensar que termina con el western porque lo desmitifica. Aceptamos las dos interpretaciones.

Ciertamente “Sin Perdón” es una gran película, lo es por su guión, también por su fotografía, por su banda sonora y cómo no, por unas interpretaciones a la altura de la historia. Por ello, realmente será difícil hacer un western al menos de esta calidad. Sin duda, Eastwood está a la altura de los grandes directores de western como Howard Hawks o el inigualable John Ford. De hecho, enlaza muy bien con una cierta desmitificación que ya se pudo ver en las obras de este último, como es el caso de la que para Spielberg es la mejor película de la historia: “Centauros del desierto”.

Lo que sabemos del pasado de William Munny (Clint Eastwood) no es mucho y se nos dice nada más empezar la película, que fue un hombre de mala vida, un pistolero, borracho y mujeriego. Justo en esta primera presentación se nos habla también de un personaje al que no veremos en toda película, pero cuya presencia se nos hará patente en varias ocasiones: la mujer de Munny. Nadie sabe por qué una chica como ella se casó con un tipo como él, nadie sabe qué vio en un hombre violento y desalmado para dejarlo todo y darle su vida. Puede que Munny fuese un gran pistolero, rápido y sin escrúpulos, pero la primera imagen que se nos da no encaja con esa descripción, ya que le vemos arrastrado por el barro separando a sus cerdos enfermos. Es el ocaso de los tipos como él y la búsqueda de algo que dé sentido a sus vidas.


Big Whisky es un pueblo pequeño gobernado con mano férrea por su sheriff, Little Bill (Gene Hackman). Una noche dos vaqueros maltratan a una prostituta hasta desfigurar su cara. La justicia del sheriff no es suficiente para el resto de prostitutas, así que deciden juntar todos sus ahorros y ofrecer una recompensa para aquél que mate a los dos vaqueros. Vemos aquí el primer tema de la película: en un mundo donde la justicia terrenal es insuficiente, en donde prevalece la ley del más fuerte; sólo cabe ajusticiar con violencia. Ojo por ojo y diente por diente. De hecho, una de las grandes razones que justifican al entender de los habitantes del lugar la muerte de los vaqueros es el hecho de haber marcado a una dama. Incluso siendo prostituta sigue habiendo un código moral y social por decirlo de alguna forma, que se debe respetar. En palabras de una de las furcias: “Que dejemos que nos monten como a caballos no significa que nos puedan marcar como a caballos”.

Así las cosas, la noticia corre como la pólvora, llegando a oídos de un joven que aspira a ser un gran asesino y que se hace llamar Schofield Kid, el cual va a buscar a Munny para ofrecerle matar juntos a los dos vaqueros y repartirse la recompensa. En un primer momento Munny declina la invitación, según dice es un hombre reformado gracias a su mujer. Pero contemplar sus cerdos enfermos y la miseria en la que vive le hace cambiar de idea, ya que quiere darles algo mejor a sus hijos. Munny sólo exige una condición a Kid, y es que les acompañará su amigo Ned Logan (Morgan Freeman) y el dinero se repartirá entre los tres.


Poco a poco, Eastwood nos va descubriendo quién había sido Munny a través de leyendas que cuenta Kid. Así conocemos de su violencia y de cómo Logan y él recorrieron juntos el oeste robando y matando. A pesar de que Munny habla constantemente de que se ha rehabilitado, es su amigo Ned el que le recuerda que si su mujer siguiese con vida no se habría embarcado en este negocio. Además, Munny en sueños y delirios tiene pavor a la muerte, no por cobardía, sino como aquél que se sabe en deuda moral con la vida, como aquél que no ha expiado sus pecados y sabe que aún ha de cumplir penitencia, es la clara imagen del reo que no ha conocido expiación, que no ha experimentado una misericordia total frente a su maldad. La redención aún no ha llegado.

El tono de la película es de una aparente nostalgia por un tiempo pasado que llega a su fin, la época de los pistoleros, del salvaje oeste por conquistar, de un mundo sin leyes ni autoridad se está acabando, ya sólo quedan recuerdos y vaqueros a los que les cuesta subirse a un caballo. Además, antiguos pistoleros como Little Bill, ahora están aparentemente al servicio de la ley, aunque sea la ley que ellos dictan. El final del tiempo de los pistoleros es patente en toda la película, lo vemos en varios detalles. El más claro es que todos los pistoleros con fama son ya viejos, Munny, Little Bill y Bob el inglés; no hay ningún pistolero joven con un nombre que infunda tanto temor como los de estas viejas glorias, el único joven que desea convertirse en uno de ellos desistirá. Por ello, son los últimos de una especie a punto de extinguirse. Además, Bob el inglés, no llega a caballo al pueblo, como correspondería a un vaquero, sino que utiliza el tren y se hace acompañar de un cronista que se dedica a recoger y narrar todas sus aventuras pasadas, haciéndolas superlativas para maquillar una realidad a todas luces decadente. Un último apunte, Munny monta una yegua, no un caballo, y monta muy mal.


Sin Perdón” nos habla sobre lo que su título indica, qué sociedad es la que se construye teniendo como cimientos la venganza; y es más, aceptando que los crímenes que uno haya cometido no pueden ser perdonados, y algún día se pagará por ellos. Por eso Munny cree merecer que le maten, y sólo espera a que llegue alguien a hacerlo; de hecho, es lo primero que le pregunta a Kid cuando va a buscarle. Incluso cuando uno intenta enmendar de alguna forma su error, como hace uno de los dos vaqueros que maltrataron a la prostituta (precisamente el que menos culpa tenía) se encuentra con que un atisbo de perdón en los ojos de la víctima es barrido por una ola de violencia y gritos del resto de compañeras.

Nos parece muy interesante el personaje del joven Schofield Kid, que ha crecido escuchando las historias de Munny y otros pistoleros, y quiere ser uno de ellos. Podemos decir que está empapado de un cierto romanticismo que le hace ver esa vida como un ideal a  alcanzar, encontrando aquí una de las genialidades del guión, y es que este joven romántico es corto de vista, lo cual le impide acertar disparando a más de 50 metros. No ve bien hasta que no tiene las cosas cerca, y no entenderá lo que es quitar una vida hasta que no tenga la muerte frente a frente. Cuando Munny, Logan y Kid deben matar al primer vaquero, apreciamos la torpeza de unos pistoleros desentrenados y el absurdo de un asesinato. En primer lugar, Logan no puede disparar, ha dejado atrás esa vida, y se ve incapaz de quitar otra vida más, él es uno que sí ha alcanzado una auténtica redención. Munny no se lo echa en cara, decide hacerlo él mismo, necesitando varios intentos para acertar, hasta que al final el joven muere desangrándose mientras pide agua para beber. Después de este suceso, Logan abandona el grupo para volver a casa junto a su esposa.


Será entonces cuando los hombres del sheriff capturen a Logan, que muere por los golpes recibidos bajo tortura. Al conocer la noticia Munny vuelve a beber por primera vez en muchos años lo que significa que recupera plenamente su pasado para vengar a su amigo; es decir, vuelve a su época de pistolero, a juzgar y valorar la realidad con sus criterios de antes, sin que la vida junto a su mujer pueda aportar ninguna luz para enfrentarse de una forma distinta a este suceso. Durante toda la película, Munny no se ha presentado a la gente del pueblo ni al sheriff con su verdadero nombre, lo hará cuando en la escena final entra para acabar con todos; una escena inolvidable, y que todos esperábamos ansiosos, porque en buena parte y erróneamente, creemos que la justicia es eso y que esa venganza podría calmar nuestro dolor. Mientras, Kid, tras haber matado al otro vaquero (el primer hombre al que mata) se da cuenta del horror de la muerte y decide abandonar, no quiere seguir con esa vida. Quitar una vida es algo muy duro, algo que Munny hacía sin miramientos porque siempre iba bebido. Vemos cómo la conciencia (el corazón del hombre) debe ser adormecido de alguna forma para que las cosas no le afecten entendiendo que el mal es antinatural y por tanto antihumano. El propio Munny reconoce la dureza de quitar una vida cuando le dice a Kid que “cuando matas a alguien no sólo quitas lo que es, sino también lo que podría llegar a ser”.


Ahí se da a entender también el anhelo de la misericordia, de la misteriosa redención de un hombre; pues ¿quién decide dónde reside el valor de su vida? ¿Acaso el mal cometido es determinante o hay algo más allá? Éste es uno de los conceptos básicos que se puede ver con claridad en otras películas como “Los miserables” en el enfrentamiento entre Jan Valjean –el ladrón- y els inspector Jabert –la justicia humana-.

Sin Perdón” es un homenaje al western, muy claro en la dedicatoria a Don Siegel y Sergio Leone, y presente en planos que recuerdan a John Ford, o en el sobrenombre de Bob el inglés, el Duque, que era el apodo de John Wayne. Sin perdón desmitifica al western porque baja del imaginario colectivo a la realidad humana. Presenta personajes de carne y hueso, pone frente a frente la leyenda y la realidad, lo romántico y lo veraz. Es una obra maestra no sólo por su confección, sino porque revaloriza un género a la altura de lo humano, hace trascender en un asesino, en una leyenda del Far West, ese atisbo de infinito, ese grito humano que busca el bien, la plenitud y el perdón; aún cuando todo conspire para acallarlo. Eastwood, consigue que entendamos lo que se presenta como interrogante en la película: ¿qué vio su mujer en un asesino? Puede decirse que acaba con un género porque ya no se usa para reinventar la historia, para el mero goce con un género más o menos pintoresco; sino que cuenta al fin y al cabo la mejor historia que se pueda contar; la vida de un hombre.


                                                                                                      Alberto Ribes

No hay comentarios:

Publicar un comentario