domingo, 4 de noviembre de 2012

R.A.F. Facción del Ejército Rojo




A finales de los años 60 y principios de los 70 del siglo pasado surgió en la República Federal Alemana un grupo terrorista llamado R.A.F (Rote Armee Fraktion) comúnmente conocido como Baader-Meinhof en referencia a sus dos principales miembros, Andreas Baader y Ulrike Meinhof. En el año 2008, el director alemán Uli Edel llevó su historia al cine.

La película es especialmente didáctica en su forma de mostrarnos a los principales personajes y sus motivaciones, así como la secuencia histórica de todos los hechos. Asimismo es muy sincera y transparente en su análisis, ya que muestra por igual tanto la brutalidad policial como la del grupo terrorista en un clima social violento. No creemos que se quiera poner en un mismo plano dos tipos de violencia (eso daría para otro debate), simplemente se quiere mostrar sin ser partidista unos hechos, su desarrollo y sus consecuencias.

El ambiente cultural y político en el que surgen las RAF está impregnado por la revolución o liberación sexual así como por las consecuencias del mayo del 68 francés: por una parte la pérdida del referente paterno como autoridad y por ende de cualquier tipo de autoridad o referencia en la vida; y por otra parte la voluntad de vivir sin ningún tipo de reglas o códigos morales (prohibido prohibir). También debe destacarse que algunos de los miembros originales y fundadores de las R.A.F eran personas de clase media o media-alta como en el caso de Meinhof.

Sin querer justificar ninguno de los actos que se llevaron a cabo, debe decirse que muchas de las cosas a las que se oponían los miembros de la R.A.F. y contra las que se luchaban eran realmente dignas de ser criticadas. Pero, aquí es donde la ideología transforma al hombre y se aprovecha del deseo de justicia que todo ser humano alberga en su interior para traicionarlo y malgastarlo en una lucha que acaba siendo autodestructiva para todos los que participan en ella. Es muy interesante ver en la película como la radicalidad y entrega de cada uno de los miembros de las Baader-Meinhof a su lucha, va a la par con un alejamiento cada vez mayor de la realidad; o dicho de otra forma, la idea que se tiene sobre lo que parece más justo hace perder de vista lo que la realidad es.


Como ya vimos en la primera película del ciclo sobre ideologías, La Ola, una de las necesidades más fervientes que tiene cualquier ideología es la de encontrar un enemigo que dé sentido a la lucha. En el caso que nos ocupa, el enemigo era el capitalismo o el imperialismo americano. Una vez determinado este enemigo debe verse de qué forma se le combate, y aquí la película nos muestra al inicio dos tipos de lucha. Por una parte la que lleva a cabo Andreas Baader con su novia y dos amigos, que consiste en incendiar unos almacenes. La otra forma de lucha la encarna Ulrike Meinhof, periodista y mujer culta con buena pluma, que denuncia las atrocidades del capitalismo a través de sus artículos en la revista Konkret.

La novia de Baader, Gudrun Ensslin, es una chica cuyo padre, un pastor protestante, ante la queja de su hija con la situación que vive el mundo la única respuesta que le da es que se case con su novio cuanto antes. Por su parte, Ulrike Meinhof, engañada por su marido y fascinada por la dialéctica revolucionaria de un carismático líder intelectual de las protestas estudiantiles (Rudi Dutschke), entra en contacto con Ensslin y juntas organizan y llevan a cabo la liberación de Baader, acto con el cual Meinhof da un paso más en su lucha y se involucra en la ejecución de acciones armadas. Pero este paso en la lucha no es gratuito, y Meinhof (al igual que Ensslin) abandona a sus hijas para poder dedicarse por entero a la R.A.F. Otra vez se ve el carácter totalizante de la ideología, es un ideal que ocupa toda la vida, debiendo uno renunciar a todo en pos de éste. Se caracteriza además por una falta de concreción en la realidad, pues uno abandona lo que hay por lo que debe haber, sentándose así una dialéctica constante inhumana que lleva, en efecto, a la deshumanización. Ya no importa lo que la realidad es, sino lo que la idea dice que debiera ser, estableciendo así un vínculo de relación con lo real transmutado: ya no es la realidad lo que lleva al cumplimiento de la vida, sino que la idea debe subyugar y substituir la propia realidad para dar paso a un cumplimiento siempre futuro y por su misma dinámica inalcanzable.


Como ejemplo de esto resulta sorprendente como se justifican todos los atentados terroristas. El asesinato de policías y militares tiene su razón de ser en el hecho de que los miembros de las Baader-Meinhof consideran al hombre de uniforme un cerdo, no un ser humano, y por ello su muerte está plenamente justificada. Se ve pues hasta qué punto la ideología aleja a la persona de la realidad, llegando a considerar que unas personas abandonan su condición de seres humanos por el hecho de llevar un uniforme. Otro hecho que la película muestra es la contradicción existente entre lo que defienden y lo que hacen. En un momento determinado le roban el coche a Baader, el cual se queja insistentemente por esa injusticia, la respuesta de sus compañeros es “ya robaremos otro”, dando a entender además que el coche que les han robado tampoco era suyo.

Una imagen especialmente interesante en la película es que en dos ocasiones nos muestra a miembros de las R.A.F utilizando un libro para pasarse información cifrada unos a otros, el libro que utilizan es Moby Dick, de Herman Melville, novela que narra la obsesiva y autodestructiva persecución de una ballena blanca por parte de un marinero. Es un paralelismo realmente acertado, ya que la persecución de la revolución que llevan a cabo los terroristas es realmente obsesiva y acaba siendo autodestructiva para todos ellos, ya que la respuesta a la existencia que les da a cada uno la ideología es absolutamente abstracta y desvinculada de la realidad. Se ve incluso en la forma pueril e infantil que tienen de comportarse, tanto entre ellos como en la cárcel: se mueven por el simple capricho, el instinto, la apetencia y la ausencia de cualquier referente moral. De hecho, al principio de la película, Ensslin le dice a Meinhof que necesitan una nueva moral, es decir, la revolución ha de ser completa, ni lo humano basta, por ello hay que redefinirlo para que pueda encajar en el esquema de esa revolución que ni ellos mismos saben justificar.


Ello queda patente en cómo las sucesivas generaciones de terroristas se desvinculan de los ideales de sus fundadores, llevando a cabo acciones equivocadas y alejadas de su origen. Es por tanto lo constatación de cómo al no haber un dato objetivo con el que uno pueda medirse, la transformación de la realidad queda totalmente desarticulada, es fútil y triste. En 1972 todos los principales miembros de las Baader-Meinhof fueron detenidos y encarcelados. Una parte importante de la película se dedica al juicio que se llevó a cabo contra ellos, durante el cual los principales ideólogos de las R.A.F. se suicidaron (aunque algunas versiones apunten a un asesinato por parte del Estado). Pero antes de ese desenlace, se nos muestra cómo la relación entre ellos es tensa y violenta, especialmente contra Ulrike Meinhof, que fue la primera en acabar con su vida. La paradoja reside en el hecho de que la base de la formación es profundamente anárquica, sólo direccionada por el carisma de Baader y los ideales de Meinhof; por ello cuando se intenta imponer un cierto orden, una modalidad en cómo las cosas deben ser, se encuentran ante el vacío, pues sencillamente no existe o es irreal. De ahí la alternativa es sólo la queja y el reproche, que finaliza trágicamente con la última huida hacia la nada: el suicidio.



R.A.F es una película interesantísima, ya que nos permite ver la evolución de unas personas que ante un deseo de justicia y bien, buscan una respuesta. Lamentablemente, aquello que creen afirmar no les libera, sino que les destruye y esclaviza, no les da la vida sino que se la quita. La ideología sólo sobrevive a base de mitos, y por ello, los seguidores y continuadores de las R.A.F. se ven huérfanos en su lucha al descubrir el verdadero final de sus ídolos encarcelados.

                                                                                                                                     Alberto Ribes

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